Conocenuestra historia

Taller de autocuido Soy mi propio super heroe 8

Todo comenzó en 2013

Con apenas 2 años de ejercer mi vocación  como psicóloga,  me planteaba metas, quería soñar en grande porque tenía confianza que con mi carrera podía hacer grandes cosas por los demás.

Con la motivación al máximo, pero teniendo como recursos solo un lápiz, un cuaderno y mis ganas de soñar, empecé a escribir ideas ¿qué sabía hacer? ¿Qué podía hacer con eso? ¿Cómo me gustaría que fuera? Con mucha seguridad empecé mi lluvia de ideas, los servicios que iba a ofrecer, el equipo que me imaginaba, el espacio que necesitaba y los costos que podría cobrar.

En unos pocos minutos o tal vez 2 horas de estar sola en mi cuarto dejando volar mi imaginación, ya tenía claro que quería un centro de atención con diversas estrategias de atención grupal para niños, niñas y adolescentes. Llamé a mi novio y emocionada le conté que ya sabía lo que iba a lograr como psicóloga, gracias a Dios su empatía estuvo presente y me felicitó.

Desde ese día supe que algún día iba llegar el momento para emprender el sueño, solo necesitaba unos años más de experiencia, decidirme por las personas que quería en mi equipo y por supuesto, un capital económico.

Los años iban pasando

En cada experiencia de formación profesional y de mucho aprendizaje personal que iba teniendo con “mis niños” siempre imaginaba “cómo sería cuando tuviera mi centro” pero aún no sentía que fuera el momento, y así fui llenándome de experiencias, aprendizajes y sobre todo mucho amor por “mis niños”.

Sabía que tenía que ser la cara de la institución, pero desde el corazón sentía que mi interés primordial era defender a “mis niños” y apoyarles en sus necesidades. Y fui “la teacher Grethel” luego “la psicóloga”, ¡mis colegas y los padres de familia a veces me llamaban profe, doctora, licenciada o solo Grethel! Pero en ese trabajo de apoyo y colaboración, también fui reconociendo la necesidad y la importancia de que los adultos, ¡también me buscaban y necesitaban sentirme cercana, empática y principalmente muy humana! Sin darme cuenta, algunos fueron reconociendo que mi roll de psicóloga estaba primordialmente del lado de los niños y de cierta manera, eso les generó confianza, aunque a veces, también generó descontento. Pero el adulto sabía que los niños conmigo estaban seguros, eran queridos y reconocidos positivamente.

Y en este camino, no puedo obviar, la influencia de colegas maestras de las escuelas, compañeras psicólogas, psicólogas clínicas que colaboraban en la atención con los niños y el ejemplo de profesoras de la universidad que me marcaron de manera muy positiva. De todos ellas aprendí demasiado, lo principal, la ética y el trabajo colaborativo, verlas interactuar con los niños me hizo aprender lo importante de la cercanía, bajarme al nivel de cada niño, ser su amiga, reírme con ellos y aprender de ellos. Ellas han sido mi termómetro, para saber por dónde ir y por dónde me estoy equivocando.

En 2015

Fue el primer intento por dar forma a este sueño, pero por destino o “causalidad” hubo un alto para vivir otra experiencia profesional, en otro centro de atención psicológica, que me ayudó a tener más base y sobre todo más pasión por lo que quería lograr. Y luego de momentos de indecisión y miedos, decidí que mi sueño no podía postergarse más, que el momento era ahora, con poco o mucho, pero debía empezar.

Llegó octubre de 2017

Empecé este trayecto de varios meses, varias gastritis, ataques de ansiedad, alguna desilusión, pero indudablemente mucho optimismo. Y fue en diciembre, cuando mi cuñado Alberto me regaló el primer juego de mesita con sus 4 sillas, que supe que ya no había vuelta atrás. Y los pasos adelante se fueron dando con los consejos de mi hermana Liss y mi cuñado, y la asesoría en remodelación de mi mamá. 

Hasta febrero y marzo de 2018

El destino me hizo coincidir en ideas y aspiraciones con quienes elijo en el inicio de esta aventura, como parte del equipo Landa. ¡En abril el espacio físico estaba listo!

Pero también caíamos en la crisis sociopolítica del país. Dudé, pensé que todo estaba perdido y hubieron meses de no hacer nada, todo estaba paralizado. Pero no me resignaba a abandonar este sueño sin antes empezarlo, así que motivada ahora por los deseos de apoyar a las víctimas que surgían de esta situación (los niños principalmente, los que quedaban huérfanos, los hijos de los presos, de los exiliados y los niños de Nicaragua en general) vi una gotita de esperanza y decidí que no podía darme por vencida

¡Que, si bien no había sido el mejor inicio, Dios me tenía bien cuidada y bendecida con mucha vida! Y decidí que no podía abandonar este sueño, porque ya no era solo mío, era para todos. Así empezaron a fluir nuevas ideas y los pacientes iban apareciendo.

Pero este camino que ha sido de cambios constantes y pasos dados en diferente orden, empezó sin tener un nombre

El 3 de agosto pensé ¡LANDA!

Viniendo del trabajo a la casa, y luego de muchos meses de querer una inspiración divina que me diera un nombre, por fin pensé “¡Landa! Suena bonito, es un juego que todos los niños han conocido y es una palabra fácil de grabarte” Y es así como hoy puedo resumir que cada paso que he dado, ha sido inspirada desde la esencia que conservo de mi infancia, con amor a los niños y con amor a mi país, porque creo que los niños merecen ser tan felices como cuando juegan landa.

Es así como Landa nace de mis experiencias vividas con niños y niñas que, teniendo todos los recursos para vivir, buscaban el cariño, escucha y apoyo de otras personas en el ambiente escolar. Landa quiere ser ese espacio de confianza y calidez humana en el que los niños, niñas, adolescentes y adultos, quieran asistir para vivir sus procesos de crecimiento sintiéndolos como retos fáciles de alcanzar, porque los disfrutan y saben que no están solos. Landa quiere representar a ese amigo especial o imaginario con el que algunos hablaban de chiquitos y tal vez en secreto algunos adultos aún siguen teniendo para desahogarse cuando están a solas, cargados de estrés, sintiéndose culpables y buscando una respuesta a sus problemas. Landa quiere ser ese espacio que todos quieren visitar, porque se sienten valorados, acompañados, felices, importantes y principalmente, donde todos reconocemos que cuidar de nosotros mismos, cuidar de la salud mental, es una prioridad y debe ser un hábito inculcado desde los primeros años de vida.      

Desde febrero de 2019, formamos un equipo

Y en toda esta historia, juega un gran papel mi colega y ahora gran motor de Landa, Lic. Gabriela Cerda, una gran amiga de la universidad, pero desde febrero de 2019, mi cómplice de sueño, porque también le pone alma y corazón a cada paso que vamos dando juntas desde nuestra vocación de psicólogas. 

Si te ha gustado nuestra historia, ahora puedes disfrutar de nuestros servicios. ¡No pierdas tu oportunidad!